domingo, 2 de diciembre de 2007

2 de diciembre

Es domingo. Diarios, cosas acumuladas. En algún lugar, no sé si en el País o en algún diario argentino, leo una nota lamentable acerca del Nobel a Juan Ramón Jiménez. Texto lloroso acerca del exilio de algunos intelectuales, sobre el franquismo, lo mala que era la Falange y el sólito rosario de lugares comunes progresistas que a esta altura ni siquiera indigna de tan tonto. En un momento se afirma que la España "oficial" (la de los años 50, momento opusdei del régimen, desarrollismo, etc.) inflaba a Menéndez Pidal para el premio. Por un segundo, pienso en don Ramón, que junto con Spitzer, Contini y Barthes es el momento más alto de la crítica europea, recibiendo de manos del rey de Suecia el premio en lugar del autor del tedioso Platero, uno de los textos más inútiles del siglo. Por un momento pienso en Ramón, en su barbita de señor positivista de costumbres ordenadas, en su viaje de bodas por el camino del Cid, en el poder de sus lecturas filológicas. Pienso en dos textos como "La lengua de Cristóbal" o "El estilo de Santa Teresa", al lado de las cuales la penosidad de los sonetos de Juan Ramón y el tedio de su prosa se agigantan hasta lo indecible.