Anotaciones sobre Prosas, de Gola.
Uno de los temas recurrentes en esta prosas es el problema de la lengua poética. A lo largo de todo el texto, Gola insiste con la idea -que extrae preponderantemente de autores norteamericanos y que intenta repensar de manera mecánica al ámbito de la producción en lengua española- de que el poeta debería apelar más bien a la lengua hablada, a la lengua de la comunidad de la que forma parte. Para ello, el poeta santafecino da algunos ejemplos ya clásicos, pero tal vez no demasiado acordes a su tesis: Dante, que lejos de apelar de manera absoluta al habla de los florentinos construye un vulgar ilustre heterogéneo y múltiple que incorpora elementos que otros poetas vulgares (los sicilianos primitivos, Guido Guinizzelli y el dolce stil, Jacopone de Lodi) ya habían experimentado; Hernández, que construye una lengua poética que no es, como lo han demostrado con creces los estudios filológicos y lingüísticos dedicados a ella, un mero reflejo del habla del gaucho, sino una apropiación letrada de esas variedades.
Con razón, leemos en el texto de Gola que la relación del poema con la lengua hablada “no consiste en la inclusión de palabras más o menos comunes, que se incorporan al poema, sino, sobre todo, de la percepción de tonos, de modulaciones, de movimientos que fluyen en la cadencia de la lengua”. De esa afirmación aceptable Gola pasa a sostener que hay una ruptura entre la lengua de los hispanoamericanos y la lengua peninsular, pasando por alto lo que quizá sea el dato más fuerte de la producción poética española del siglo XX: el lugar determinante de los poetas del sur de España, fundamentalmente de los poetas andaluces como Manuel Machado, Alberti, García Lorca, Luis Cernuda o Luis Rosales. Las opciones lingüísticas de estos poetas difieren mucho más de las de los poetas castellanos o navarros o asturianos que, para poner un ejemplo, de las de muchos poetas rioplatenses que hace ya mucho (Hidalgo, el padre Castañeda, Echeverría) decidieron desvincularse de la norma castellana más rancia. A su vez, desde un punto de vista dialectológico, hay una línea tonal que une a un poeta canario con un cubano. Es una línea mucho más sostenida que la que une, por ejemplo, a Virgilio Piñera con Octavio Paz o con Enrique Larreta. En fin: así como la poesía y la filosofía son para Gola espacios separados, así como la poesía sería un objeto sin fin y, por ello, radicalmente autónomo, el poeta santafecino piensa el problema, central, de la lengua poética del poeta americano a partir de grandes cortes irreconciliables, de grandes divisiones oceánicas. No percibe las líneas de fuga, complejas y sutiles, que atraviesan el problema de las variedades lingüísticas en juego.