domingo, 25 de noviembre de 2007

Domingo 24 de noviembre

Escribo esto todavía con malestar, como si un furor heoico me estuviera tocando en algún lado. Algo que se despierta pero que no llega todavía a traducirse en gesto. Es increíble hasta qué punto las afecciones son el motor más efectivo y eléctrico de la escritura.
La última vez que pasé por Puán terminé discutiendo las propuestas de los alumos que me parecieron sencillamete siniestras. Por un lado, quieren pedir la implementación de recuperatorios por nota. La verdad, no lo comparto. Tira para atrás. Es un lloriqueo, un plañir como el de esos alumnos que piden 5o céntimos para promocionar y que asumen todas las posiciones imaginables en un lapso ínfimo, desde la sobreactuación del patetismo hasta la más grosera arrogancia. Me parece que cada cátedra puede decidir o no tomarlos (yo no lo haría y creo que la cátedra en la que estoy tampoco). Por otro lado, pretenden algo cuya sordidez me sigue produciendo temblequeos: implementar encuestas obligatorias al final de la cursada para que los alumnos evalúen a sus materias y profesores. Hablar de encuestas en un ámbito de discusión política y teórica como debería ser una junta me parece un retroceso importante. Es adoptar modismos mediáticos suficientemente refutados. Además, que los docentes se vean evaluados de manera anónima y entiendo irresponsable por alumnos que acaban de terminar la cursada (y sujetos, pues, a las comprensibles pasiones que desencadenan bochazos, correcciones, comentarios, observaciones, lecturas no comprendidas, etc.) me parece, en cambio, una de las formas más triviales de la abyección. Como si uno fuera un mono que tuviera que ganarse permanentemente el aplauso del público, deseando la mísera banana entre las manos. O no habrá sido siempre así? O no habremos vivido siempre pensando que éramos algo cuando en realidad éramos otra cosa, mucho más pequeña, mucho más sórdida?

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Miércoles 21 de noviembre

Entre ayer y hoy vi Muerte de un matemático napolitano, un film ya bastante viejo (1992) de Mario Martone. Escuché o leí muchas cosas acerca de esta película, en general positivas. Y realmente es un gran film. Explora una Nápoles de los años 5o muy, muy sórdida, alejado de los estereotipos estúpidos del postneorrelismo. La película está hecha contra la Nápoles entrañable de Pan, amor y fantasía, contra la Nápoles de opereta de la RAI. Y es realmente una gran película, brumosa, melancólica, montaliana. Se centra en Renato, uno de los mayores matemáticos italianos del siglo, que, raramente, era nieto de Bakunin. La escena con su tía, la Sra. Bakunin, en un hospicio siniestro y, para peor, limpio y brillante, es antológica, así como el vagabundeo por las callejuelas de los Quartieri Spagnoli que pululan de mendigos, borrachos y hermafroditas. No olvidemos que Nápoles era, en el siglo XVIII, casi por definición la ciudad de los castrados.

martes, 20 de noviembre de 2007

Sábado 17 de noviembre

Noche. En el Europa, Europa, película hórrida sobre Pontormo. El más grande de los pintores manieristas transformado en una especie de idiota que lucha a todo costa por algún tan pobre como el arte autónomo, en pleno Manierismo florentino!!! Todo, por supuesto, muy correcto. Raramente, se presenta cierta contradicción entre el moralismo que preanuncia Trento y la política absolutamente milenarista y maravillosa de Fra Giacomo Savonarola. En la película, se habla de Savonarola como de un refomista, como un insulso partidario del Partito democratico della Sinsitra. Es llamativo pero, a pesar de la corrección infame que recorre todo el film (la serie de los teatreros, de la flamenca luterana, de los frailecitos herederos de Savonarola, e tutti quanti), no hay ninguna referencia a la homosexualidad de Pontormo, la sodomía que, según el célebre tratado de Vasari, está en la base de todo el mundo deformado del pintor florentino, no por nada una presencia importante en el Pasolini de La Riccotta.
Addio.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Domingo 18 de noviembre

Hoy, día de suplementos cuturales de diarios secundarios. En Perfil, la ya clásica necrológica, esta vez de Norman Mailer. La tendencia del suplemento a lo viejo, a lo perimido o sencillamente a lo muerte se va acentuando desde hace un tiempo. Ver, por ejemplo, las interevenciones acerca de la reciente premio Nobel, a quien muchos creían muerta hace ya muchos años, con su retrato de señora británica de los años 40. Mejor lo de los novelistas maduros, sobre lo que, quizá, volveremos.
Página. Radar. Nota de P. L. sobre Padeletti. Bien, pero un poco pegado al personaje. Sobre todo al comienzo, esa cosa del niño-anciano que descubre de pronto su vocación de poeta budista mientras mira el sol que se trasluce entre las hojas santafecinas, como si por un milagro las ondas de Juanele se expandieran por todo el terruño litoraleño. De todos modos, la nota, el canon que abre Padeletti, me gustan.